Encierro en la trinchera,
codo en la cintura,
estómago al viento.
Absuelta de tu bombardeo,
invento guerrillas de lo inútil
que auscultan tus pensamientos
en preterito imperfecto. (imperativo)
Reduzco las fracturas,
minimizo los riesgos liberando
los analgésicos de los espacios en blanco.
Y me encuentro barrida,
como el polvo de los viajes
al país de los licores caducos,
encerrados en lo diminuto.
Todas mis escopetas,
se prostituyen al embrujo del vacío
y suelto la asida locura...
¡al suelo!
se apagan las pizarras
se me enredan las pestañas
y el movimiento se hace atómico, dual.
un segundo....
y sibilo el ronquido,
el anhelo de la eterna amapola amarilla.
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