A gatas van las nubes por la mañana,
a gatas atraviesa el felino el asfalto,
con la cordura en las fauces
del itsmo que todavía nos separa.
A gatas van las olas del mar
que como siempre no cesa,
recién nacidas cada semana...
las ganas de quererte a gatas.
A gatas va el tendero cuando
recoge con mimo su manzana,
a gatas fue Newton también
absorto en su propio descubrimiento...
la gravedad de los cuerpos,
también se construye a gatas.
Y es así como, a gatas,
se piensan los pronombres
y las primeras palabras
de un poema que una y otra vez
se escribe a gatas.
Pues a gatas vas tú aún
y a gatas (qué remedio)
voy yo también amor,
protegiéndonos de los pulmones
que se nos inflaman
si permanecemos de pie
pero que se nos hinchan de orgullo
siempre que nos mantenemos
como no,
a gatas.
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