domingo, 13 de junio de 2010

Probamor

Después de todo lo que había pasado, no tenía mucho sentido estar follando en aquel probador de Inditex una vez más. Sin embargo, allí estaba yo, encajando con maestría la dureza de su risa a medio correr.
Le gustaba cocinar en ropa interior. Decía, que la probabilidad de de quemarse con el aceite hirviendo siempre la había excitado. Y es que S, nunca había escatimado en elogios a todo lo que se le antojaba fetichistamente obsceno o, en su lugar, contingentemente doloroso.
Yo lo sabía, y por eso me encontraba de nuevo en aquel metro cuadrado de espejos públicos, repitiendo por primera vez un lugar de encuentro con ella. ¿Qué nos había pasado? No conocía ni su nombre, ni su trabajo, ni si quiera donde vivía ni qué coche conducía y desde luego, desconocía por completo cuales eran sus aspiraciones en la vida. Y aún así, allí estaba con ella, en aquel ridículo espacio que tantos desórdenes alimenticios había visto nacer y donde S y yo nos habíamos encontrado por primera vez. ¿Era aquello un aniversario? No podía serlo, no éramos nada más que dos almas perdidas que soltaban sus fluídos en los probadores ajenos. Como si de un experimento biológico se tratase. Nada más. O al menos eso era lo que habíamos acordado hace un año cuando me la encontré masturbándose con aquella percha de madera de Massimo Dutti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario