martes, 10 de febrero de 2009

Combustible








Tú, que tanto refulgiste. Tú,



que tanto extinguiste. Tú, tú, tú!



tan estrella y estrellando,



el lugar común de la poca literatura



que aún se quema en mis manos,



Marchitas el autoodio y algodoneas



las más profundas yagas de mis brazos,



sin saberlo, tú. Sin saberlo, yo.



De pie frente a la vid de las 12 normas



de color verde que aprendimos 3 minutos



antes de que acabara el año. De repente,



nosotros, que nunca supimos encajar los



más duros golpes, que escondemos



las vísceras entre canciones y cuero.



La antítesis de mis verdades, tú.



La única verdad que puede



que aún nos quede, esa que se esconde



entre el brillo de tus ojos y



el aire de mis labios.



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